domingo, 3 de junio de 2007

Sueños



Los rayos de Sol, entraron presurosos en la habitación, llenándola de calor y luz.
El joven que dormía allí, despertó y se levanto,
Observo desde allí la gran ciudad; era hermosa; sus pensamientos llegaron rápidamente y recordó que esa sería la última vez que disfrutaría de aquella vista.

Pronto comenzaría el viaje hacia un nuevo hogar, el planeta que habitaba comenzaría un largo sueño bajo las aguas, y ya no podría cobijarlos como hasta ahora.

Los seres que allí habitaban sabían de esto, y todos estaban preparados y sabían que aquel sería el viaje esperado. Sin embargo, su corazón se angustiaba y deseaba que aquel momento pasara rápidamente.

Pronto consulto con sus amigos, necesitaba saber que todo estuviera bien. Y así ellos le informaron.

Luego llegaron las naves, fueron apareciendo de a poco y a medida que llegaban, los seres allí subían, y las naves partían.

Casi al mediodía, el planeta se estremeció. Con dolor las entrañas se movieron y las montañas cambiaron su curso. El mar con tranquilidad buscaba su lugar, algunas ciudades quedaron bajo el agua.

El joven pensó y analizó en todas esas ciudades y con alivio reconoció que ya estaban evacuadas.

Desde el cielo una Gran Nave coordinaba todo, casi todo el pueblo de aquel planeta ya estaba evacuado. Y las naves estaban completas.

El planeta continuaba con su constante movimiento, y de esta manera el mar buscaba su nuevo lugar constantemente.

El joven nuevamente observó que solo quedaba la Gran Ciudad en tierra firma y desde lejos, las aguas comenzaban su nuevo dominio.

Y casi todos los seres allí ya estaban evacuados. Pensó, es el momento en que deba sellar el Templo. Y de esta forma guardaré la sabiduría de la Gran Ciudad. Observó el Sol, y desde el cielo, recibió sus tibios rayos.

Pronto ya estaban todas las naves en el cielo y desde allí se veía el planeta completamente inundado, solo en la montaña más alta, se observaba el Palacio, allí permanecía el joven, tratando de recordar esos últimos momentos.

El capitán de la gran nave preguntó, ¿todo listo?, su ayudante y amigo, le respondió, “casi, solo falta el joven que aún está en el Palacio”. El capitán respondió “pero que podemos hacer, ¿como podemos bajar una nave si todo se encuentra inundado?”. Su hija que estaba cerca, respondió “yo bajaré”. Su padre le respondió, “no puedo impedir que vayas si deseas hacerlo, solo puedo apoyarte, mi corazón irá junto al tuyo”.

La joven, abrió sus alas y empezó su descenso, tardo muchísimo tiempo, pero su corazón le daba la fortaleza que necesitaba. Llegó al Palacio y allí estaba el Joven, ambos se miraron y sonrieron.

Se abrazaron y ella emprendió su vuelo nuevamente. Cuando estaban cerca de la Gran Nave, sus hermanos vinieron en su ayuda.

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